sábado, 22 de noviembre de 2008

Ponencia de Patricia Walsh ante los legisladores

Manifestaciones
Sobre proyecto de ley sobre escritoras y escritores

Sra. Walsh.- Pido la palabra.
Señor presidente: quiero hacer una manifestación.

- Murmullos en la Sala.

Sr. Presidente (Santilli).- Silencio, por favor.
Continúe, diputada.

Sra. Walsh.- Hace ya unas semanas, en el seno de la Comisión de Cultura –comisión de la cual soy vocal– recibimos a una muy numerosa delegación de la Sociedad Escritoras y Escritores de la Argentina.

- Murmullos en la Sala.

Sra. Walsh.- Señor presidente: tal vez, pueda pedir un poco de silencio.

Sr. Presidente (Santilli).- Señoras, señores, diputadas y diputados: pedí silencio antes de que hablara la diputada Walsh. Hay una diputada que está hablando.
Continúe, diputada.

Sra. Walsh.- Decía que recibimos a una numerosa delegación, a la que acompañaba Pacho O'Donnell, escritor y legislador de mandato cumplido. Llenaron la sala de reunión, encabezados por su presidenta, Graciela Aráoz, para pedirnos que no dejáramos que terminara nuestro año legislativo sin darles una merecida respuesta.

Esa respuesta legislativa, una ley para las escritoras y escritores de esta ciudad, es la misma que esperaba obtener otro legislador a quien no llegué a conocer personalmente, pero que sabía mucho de escritura y de libros, porque a ellos les había dedicado buena parte de su vida: me refiero a Elvio Vitali, a quien muchos de ustedes conocieron y apreciaron.

Tal vez, para que el mandato de Elvio Vitali se pueda pensar mejor cumplido, esta Legislatura puede hacer un positivo esfuerzo –como alguna que otra vez hemos logrado, a través de la construcción de consensos– para que el proyecto de ley de las escritoras y escritores pueda ser aprobado sin seguir esperando y sea la ley que les reconozca en esta ciudad su derecho a un beneficio justo y necesario, a partir de una edad determinada.

Hace un par de semanas compartí un viaje al sur con otro escritor, ciudadano ilustre de esta ciudad y doctor honoris causa de la Universidad del Comahue, el escritor Osvaldo Bayer, quien me recordaba que estas bancas legislativas no se ocupan mucho de los trabajadores, pero que siempre es posible pensar mejor el lugar que en esta ciudad les ofrecemos a las trabajadoras y los trabajadores de la cultura, que a veces son mejor considerados al sur o al norte del país. Hablábamos de los "oficios terrestres" –como los llamaba mi padre, otro escritor– y, entre ellos, aquel que mi padre llamara "el violento oficio de escribir". Porque decíamos con Bayer que nada sería más justo, si pensamos en los libros que vale la pena escribir y leer, que no permitir más que quienes los escriban puedan verse obligados a seguir reclamando que, en la ciudad que más se jacta de su trayectoria cultural, sus escritoras y escritores puedan estar menos protegidos que museos o bibliotecas. Por eso, él acompaña este pedido a favor de legislar sobre este tema.

Recordaba a José Luis Mangieri, recientemente fallecido, que también se hiciera escuchar para debatir esta ley. Y entonces releí –para recordar mejor y decirlo bien en este recinto– que este pedido también es apoyado por Juan Gelman, Héctor Tizón, David Viñas, Ana María Shua, Abelardo Castillo, Antonio Dal Masetto… Y la lista es larguísima, porque son más de quinientas adhesiones.

Recordaba que, en mi infancia, en la casa de mi padre y de mi madre, en la ciudad de La Plata, el bien más preciado era la biblioteca. Pensaba que mi padre, Premio Municipal de la Ciudad de Buenos Aires, le dejó a mi madre muy pocas cosas, tal vez casi nada de valor material en épocas que no fueron fáciles, porque mi madre era docente y después jubilada; pero sí pudo dejarle la pensión de aquel premio de la Ciudad de Buenos Aires que ganó con su libro Variaciones en rojo. Recuerdo que iba a tramitarle a mi madre ese cobro de la pensión de mi padre, en algunos años muy difíciles de este país, y en esta ciudad me sorprendía al ver en aquella fila, para recibir un subsidio modestísimo, a muchos autores que formaban parte de aquella biblioteca de mi infancia. Me parecía que no todos logran mucho más que algún premio –que no es poco–; y muchos ni siquiera reciben un premio.

Quien dedica buena parte de su vida a la escritura, en las condiciones materiales en que la mayoría de las escritoras y escritores lo hacen, debe poder ser reconocido por su trabajo intelectual. Esta ciudad puede legislar sobre ello, porque es justo hacerlo. Se puede, como nos propusieron las escritoras y escritores, y así lo entendemos diferentes bloques políticos de esta Casa. También así lo entiende la presidenta de la Comisión de Cultura, legisladora Inés Urdapilleta, en el sentido de arribar a los acuerdos necesarios para que podamos debatir y acordar sobre este proyecto de ley.

Lo que no se puede, señor presidente, y lo que no se debería hacer en el distrito todavía más rico del país, que es la ciudad de Buenos Aires, es decirle "no" a sus escritoras y escritores cuando reclaman una ley justa que los reivindique.
No los hagamos esperar otro año legislativo. (Aplausos)